¿Para qué haríamos dieta? Confieso que la única dieta que he hecho en toda mi vida fue cuando tenía 13 años y entrenaba 6 horas de natación al día. Fue una nutricionista al equipo y me preguntó cuánto comía. Cuando le conté que en verdad me llevaba 10 panes al colegio, aparte de almorzar ahí (porque me iba a entrenar después) y almorzar dos platos, me dijo que tenía que hacer una dieta. Dieta para subir de peso. Era de entenderse. Cuando salí del colegio medía 1.79 y pesaba 51 kilos. Lo raro era que no era exageradamente flaco o escuincle, como diría mi madre, que estoy seguro que es una palabra inventada.
Y bueno, ahora mido un poquitín más de 1.79, pero también peso considerablemente más de 51 kilos. Al menos me mantengo en mi peso ideal. Y de manera sorprendente, aún tengo mis cuadraditos! Claro que a veces se esconden debajo de una capita de grasa de 1cm de espesor, pero por ahí andan. Su exhibicionismo está en relación inversamente proporcional a la cantidad de almuerzo que prepare mi viejita. En castellano, después de un almuerzo en El Gaucho o un buffette en el Fong Mey, siento que estoy usando un corsette como si fuera novia.
Y, al título de este artículo, me rehúso a hacer alguna dieta. Después de ver mil películas con gordos y verlos por la calle, me siento super bien cuando veo mi pancita (muy) ligeramente pronunciadita. Y los diálogos con mi madre son, o casi siempre terminan así:
- Madre: ¿Creo que te está saliendo la panza?
- Yo: Claro, madre. Si no hago nada de ejercicio.
- Madre: ¿Y no sería bueno que hagas algo de ejercicio?
- Yo: (Miro abajo) ¿Para qué? Si aún puedo verme las bolas.
- Madre: (Silencio total, se voltea y se va).
Ése es, generalmente, el fin de la conversación.
Desgraciadamente, si han leído mis publicaciones anteriores, me encanta comer. Una vez una chica con quien estaba saliendo me preguntó si prefería comer a estar con ella. Instintivamente le respondí que prefería comer. De más está decir que ése fue el último día que la ví.
¿Y por qué decidí escribir sobre tan obsceno tema hoy? La verdad no tengo ni idea. Tal vez porque no hay mejor domingo que aquél en el que te levantas a las 10am, arreglas tu cuarto con linda música, tocas algo de guitarra, almuerzas una carnecita de El Gaucho, vas a hacer algo de deporte en plena lluvia, regresas cansado, te bañas y te tiras calato calato en la cama a tomar una chela. O tal vez sea porque, al estar echado calato en mi cama y ver hacia abajo, noté que no tengo panza (ver título del artículo) y no necesito hacer dieta de ningún tipo. O quizás se deba a que la chela que empecé por tomar se acabó y me vi obligado a tomar otra. No tengo que explicar los efectos de éso...
De cualquier modo, una amiga me dijo que le gustaron mis publicaciones. Tal vez no sea por la importancia de los temas, sino, como ella lo dijo, por la forma que tengo de exteriorizar cualquier tema. Veamos si esta exteriorización le gusta. Y si no, no es de preocuparse. Estoy medio ebrio y es mi blog. Puedo escribir lo que quiera. Ja!
Comentarios