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🇷🇺 SAN PETERSBURGO, RUSIA: Las mejores quesadillas en mi vida!

Voy a hacer esta entrada más puntual y corta. Ya se han quejado de que escribo mucho.

Día 9: 6 de enero de 2018

Llegué a San Petersburgo a las 2:30 pm. Mi hotel estaba considerablemente lejos de la estación pero no habían metros cerca, así que a caminar. Fueron unos 3 kilómetros muy largos. No sabía qué se rompería primero: sería mi espalda o las llantitas de la maleta?


Había sido un viaje muy cansado y tenía más de una semana en esa ciudad, así que decidí llegar al hotel y descansar un rato. Recién a las 7pm salí a dar una vuelta. Encontré un mercado mismo San Camilo, con las frutas amontonadas y los cadáveres de animales picados y en exhibición. Juraría que había hasta jugo de maca y kiwicha, pero no sé leer maca o kiwicha en ruso.
Sucumbí con un subway para cenar y volví a mi casa. Lo malo de que anochezca temprano es que mi cuerpo piensa que ya es tarde y quiere descansar antes de lo habitual.

Día 10: 7 de enero de 2018

San Petersburgo queda al borde del mar báltico, así que decidí salir a caminar a ver si llegaba hasta ahí. Serían unos 4-5 km de ida y lo mismo de venida, más lo que me tome pasear por allá. El día anterior hizo calor (por calor, me refiero a que estábamos a 0°), y salí emocionado porque se repita. No se repitió. Hizo frío.

A medio camino encontré una iglesia de esas ortodoxas medio interesantonas, de las que mi mamá se quedaría maravillada pero diría un "acá la gente no reza igual no?".
Iglesia de Admiralteystvo.
Y apenas entré, una señora me dijo en perfecto castellano "Pasa, en esta iglesia hay mucho que ver." La emoción no pudo conmigo y vencí mi faceta antisocial en la que me encuentro muy cómodo últimamente. Y nos pusimos a conversar. Ella era rusa y guía de turismo en San Petersburgo. Su esposo Manuel trabaja de lo mismo, pero en Noruega. Algo así pasó ésto:

Ella: De dónde eres? De India?
Yo: No. Soy de Perú.
Ella: Pensé que eras de India.
También yo: (nunca me sentí tan cercano a Cristóbal Colón).

Bueno, me dieron sus tarjetas por si... no sé... se les ocurre venir a la India. Y me fui con una sonrisa en la cara porque... no sé. Y seguí caminando...
Vista de uno de los ríos que atraviesan San Petersburgo.
Casa de Comercio.
Y bueno, llegué hasta el Mar Báltico. Me encanta ir a la playa, pero no en invierno ni en Rusia.
Vista de la Casa de Comercio desde la playa opuesta.

Publicidad de un restaurante.

Playa en el Már Báltico


El camino de regreso fue otra jarana. Salí a las 11am y caminé hasta las 6pm. Gente cantando o tocando música en las calles, vendedores, iglesias, fotos... Sabía que iba a llegar a mi casa directo a la cama.
Iglesia de la Resurrección de Cristo.
Catedral de Kazán.
Parte de los Jardines de Ekaterinskaya.
Día 11: 8 de enero de 2018

No tenía caso salir temprano, porque el día anterior resulta que había sido la navidad ortodoxa. Literalmente el día más importante para muchos rusos. Y como tal, la mayoría de tiendas, museos y otros, estaría cerrada. Así que me quedé en casa. Salí en la noche, pero no recuerdo a qué hora ni a dónde.

En las noches siempre digo que voy a escribir o editar mis fotos pero termino viendo una película y durmiendo.

Ah, por cierto, ya recordé. Ese día decidí ir a algún restaurante bonito, para variar, y llevar mi laptop para de una vez por todas terminar el blog de Moscú. Bueno, cuatro cervezas luego, lo logré. Y regresé a mi hotel dando más pasos de los que di en la ida. Pero feliz.

Día 12: 9 de enero de 2018

Mi amigo, Sergey el Redentor, me dijo para salir a caminar y llevarme de paseo. Le dije que quería cruzar la ciudad. Ir al Mar Báltico otra vez, pero no a la playita pequeña, sino al mar así grandote. De ése que ves tierra a un lado y una muerte muy fría y horrible al otro lado, si te quieres meter al agua.

Había que caminar más de lo que yo había caminado solo. Pero hasta ahí fuimos en metro. De ahí, tuvimos que caminar casi 1 hora y cruzar un parque de diversiones, cerrado por el clima, claro. Y sin planearlo (ni quererlo, realmente) terminé en el estadio donde se jugarán los partidos del mundial. Sin mucha emoción, tomé un par de fotos. Después de todo, el fútbol es probablemente el peor deporte que hacemos.
Estadio de San Petersburgo.

Yo con el casi imperceptible Mar Báltico.
Y seguimos caminando. Cruzamos un super puente y terminamos en un complejo deportivo acuático. Qué lindas piscinas. Y yo pelándome de frío afuera... Bueno, ahí comí en Teremok, un restaurante de comida rápido bien conocido en todo Rusia, que sirven blinis, una especie de panqueques rellenos de carne, pollo, frutas o lo que sea. Me pedí dos. Era la primera vez en casi dos semanas que comía hasta estar lleno. Los días anteriores he comido sólo hasta saciar el hambre.
Blinis, o блины. Ambos míos.

Volvimos a casa. Yo me quedé en mi estación de metro, Spasskaya, y él se fue más allá, hasta Spassmassaya. Ja. Llegué a dormir, obvio. Otra vez caminé más de 5 horas.

Día 13: 10 de enero de 2018

Ya me cansé de sentir frío. No es tanto el frío que me molesta, como tener que usar tanta ropa todo el tiempo. Y como las casacas para climas extremos ocupan espacio, sólo traje una. Sí, por éso salgo con aparentemente la misma ropa en todas las fotos. Aunque me cambio de ropa interior. Lo prometo.

Salí a las 3pm a dar una vuelta por otro lado de la ciudad. Me fuí al este. De ahí vine cuando llegué en bus, pero una cosa es caminar con maletas y otra es caminar por pasear. Llegué a un centro comercial grande y volvió mi dilema interno

Yo: Quiero zapatillas nuevas.
Yo: Pero no necesito zapatillas nuevas.
Yo: Las que tengo están viejas.
Yo: Pero tienes otras nuevas.
Yo: Pero me hacen doler.
Yo: Aunque te compres nuevas, te van a doler.
Yo: Además no tengo espacio en la maleta.
Yo: Pero si son buenas, puedes botar los dos pares que tienes.
Yo: Me gustan las azules. Y no están caras. Sólo $30.
Yo: $30. Es casi una semana de comida.
Yo: Mejor vuelvo mañana.

Y no me compré nada. Principalmente porque ya tengo zapatillas. Cuando se rompan, recién evaluaré si me compro unas nuevas. Pero sí me compré 4 litros de jugo, 3 naranjas, 2 manzanas y 2 plátanos. Y, muy inteligentemente de mi parte, compré todo ésto lejos de mi casa, para tener que cargarlo todo el camino.

Día 14: 11 de enero de 2018

Ya no tenía nada que hacer. Me faltan algunos museos, pero las entradas están caras. No caras que no valgan la pena, pero ya no pienso en dólares o euros o rublos. Cada precio que me dan, pienso en cuántos días de comida equivalen.

Primer quesadilla.
Segunda quesadilla, con cerveza.
Sólo salí a las 7pm a comer mis quesadillas en un restaurante mexicano a la vuelta de mi hotel. Más una cerveza. Y llevé mi diario para escribir. Tiendo a escribir harto cuando tomo. Me había comprando unos lapiceros bonitos y yo me emociono con éso más que niño de primaria que va a empezar el colegio. De primaria, porque en secundaria ya es un asco desde febrero.

Mi lapicero se cayó debajo del sillón, y cuando le pedí a la moza que me ayudara a moverlo, me dio el suyo. Y qué cara le habré puesto cuando le dije "pero yo quiero el mío", que se rió y vino a ayudarme.

Y bueno. Comí. Escribí. Me acabé mi cerveza. Escribí más. Pedí otra cerveza. Escribí. Me acabé la cerveza. Y me fui.

Día 15: 12 de enero de 2018

Último día en San Petersburgo. Felizmente. Ya no sabía qué hacer. Había caminado en todas direcciones. Decidí quedarme en el hotel y averiguar bien lo de mi siguiente viaje. Al día siguiente partía a las 6.25am a Tallinn, capital de Estonia. Quería ver qué lugares importantes tiene, qué secretos o mitos hay, y cosas así.

Después de tener todo preparado, salí a comer mi última quesadilla. No me había bañado. Con ese clima no da nada de ganas. Al llegar, a las 9pm, no había nadie en mi cuarto, por lo que era el momento indicado para alistar mis cosas para salir mañana temprano sin hacer tanta bulla.

Y ya. Quise ver una película pero no aguanté el sueño.

Día 16: 13 de enero de 2018

Me desperté a las 4am. Mi tren salía a las 6.25am. Me quedé un rato en la cama y luego me paré. Para resumir la historia, mi taxi uber se demoró demasiado en llegar, el oficial de la estación de trenes me mandó para una plataforma que no era la mía. Tuve que hacer otra cola de seguridad con el equipaje... Y bueno, perdí el tren.

Tuve que tomar un taxi a la estación de buses para comprar un pasaje ahí. Más plata. Prometo castigarme después. Estoy con un déficil de 50 dólares, por bobo.

Al menos el bus tenía películas, internet, enchufe, agua y café gratis, y no había nadie en el asiento de al lado.

Chica.

Comentarios

Profe el bus era mejor quel tren ?

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