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🇪🇪 TALLINN, ESTONIA: Chiquita, misteriosa, histórica, tétrica... Lo tiene todo!

Día 16: 13 de enero de 2018

Llegué a Tallinn a las 2:15pm. Felizmente en la estación tenían wifi, porque tenía que ver qué tan lejos estaba mi hospedaje, a ver si podía caminar.

Francamente ya estaba cansado de que nadie entienda inglés, como en Rusia. Ahí, en 2 semanas, me he cruzado con 10 personas que entienden al menos algo de inglés, pero ya había leído que en Estonia la mayoría habla inglés. La señora en el counter de información entendía y hablaba muy bien, y me dijo que para llegar al hotel tendría que tomar el tranvía 2, que estaba 2 euros. Y mi cabeza comenzó a transformar automáticamente... 2 euros son 2.5 dólares, que es 250 rublos...

Y bueno, no quería gastar ese dinero. Aunque sea poquito, decidí autocastigarme por haber perdido el bus y haber pagado más de lo que tenía, casi 40 dólares de más. Así que a caminar. El hotel está a 3 kilómetros, que con maleta 25 y mochila de 20, es casi 45 minutos. Pero llegué vivo, aunque entre la registrada y todo, ya se hicieron las 4.30 y ya no había luz.

Salí a dar una vuelta. Ya me había hecho una lista de los lugares que quería visitar y eran más importantes.

Entrada al Old Town.

La subida a... no me acuerdo.

Catedral de Alexander Nevsky. La única en la que vi una misa en progreso.

Catedral de Alexander Nevsky.

Según la leyenda, cuando peleaban los estonios con daneses, el rey de estos últimos, antes de perder, rezó y del cielo cayó un paño rojo con una cruz blanca. Inspirado por el milagro, derrotó a los estonios. O sea que aquí nació la bandera de Dinamarca.

Su versión de Siete Esquinas.

Plaza Principal o Old Town Hall.

Marca de la única ejecución pública que se hizo en Estonia. En 1695 el cura Elias Christian Panicke entró a una taberna y pidió una cerveza. Se la trajeron tibia. Y aunque se quejó y pidió otra, se la volvieron a dar tibia. Sus neuronas hicieron tuf y le reventó la cabeza a la moza. Lo sacaron al medio de la plaza y lo decapitaron.

Otra leyenda cuenta que esa estatua llamada "El Mirón", o The Peeper, espiaba a la mujer del vecino del frente. Cuando el esposo de la mujer se enteró, le hizo hacer esa estatuilla con el mejor escultor de Tallinn.

Otra parte del Old Town.
Día 17: 14 de enero de 2018

Los últimos días he estado a punto de enfermarme. No tenía dolor de cabeza ni tos ni esos síntomas claros, pero sí he estado moqueando. Y mucho... Así que, antes de fregar más la situación, decidí quedarme todo el día en el hospedaje, con todas mis casacas (una) puestas. Sólo salí al supermercado más cercano para comprar comida para ese y los siguientes días.

Y volví a la computadora.

Día 18: 15 de enero de 2018

Estuve mejor de la casigripe, pero aún no curado. Ya sólo me quedaban 3 días para salir de Tallinn y aún no había visto algunos lugares. Me acordé de mi mamá que, cuando fuimos a Inglaterra y Escocia hace un año, igual salía a caminar todo el día. Mi pobre madre... Terminamos en el hospital con neomonía no? Pero igual... madre que se respeta, hace el tour completo. Del Big Ben a la sala de emergencia.

Y bueno, inspirado por esa señora que me ha tenido paciencia los últimos 29 años, decidí abrigarme bien y salir. Al diablo. Si me enfermo más, será por algo que valga la pena. Había visto en internet algunas tiendas baratitas. No necesito nada, pero eso de ver cosas, decir "y si me lo compro?", y seguir caminando, sigue causándome cierta gracia.

Y en esas caminatas terminé por error en el puerto de Tallinn. Por pura curiosidad, pregunté cuánto estaba el pasaje a Helsinki. Ida y vuelta el mismo día, 40 euros. Le agradecí, me di la vuelta y pensé "y si me lo compro?". Pero me fui. A media cuadra me puse a pensar. Helsinki, aunque sea por un día, cuenta como un país más cuando alguien me pregunte cuántos o qué países conozco, no? Así que me di la vuelta y volví, decidido a comprar mi pasaje. Resulta que el precio que me dijo era el normal, porque para el miércoles estaba en oferta, a 28 euros. Comprado.

Y feliz, volví a ver más tiendas, más fotos, más cosas, y a descansar. Y todo el camino pensando... 28 euros son 33 dólares. Éso es más o menos 2000 rublos...

En casa me hice medio molde de pan con jamón con queso en la waflera. Si hay algo que no puedo dejar de comer, es un bendito sanguche de jamón con queso en la waflera. La gripe no ha empeorado.

Día 19: 16 de enero de 2018

Salí a dar una vuelta más por el centro, que ya había visto hace tres días, pero es distinto con luz natural en vez de en la oscuridad. Compré un imán para el frigi para mi colección, tomé más fotos y decidí ir al borde del mar báltico. Hay una prisión ahí que ya está abandonada, claro, pero se usó en todo el régimen de la KGB y presos políticos. De la época en que por cualquier motivo se inventaban una razón para culparte de algo y chingarte. Algo parecido al San José.

Old Town Hall.
No sé.
Pffft un corte está 10 soles a la vuelta de mi casa. No pienso pagar 76 soles.
Mi nuevo fondo de pantalla.
El restaurante de un gringo, opacado por tanta europada.
Un graffiti que cita a Siddhartha. No esos pavos de Acción Poética.
Iglesia de San Olaf.
Gente (probablemente rusos) metiéndose al mar a -11. Comentario zenófobo.
Pollos grandes.
La prisión se llama Patarei, y está cerrada al público desde hace más de 5 años. Obviamente, ya había averiguado por dónde se podía meter uno. Pero hay mucha gente cerca, y el tutorial de YouTube no mencionaba éso. Siempre me impresiona y fascina ver y estar en lugares donde ha pasado tanto, donde ha entrado tanta gente por tantas causas, y muchos no han salido nunca. La prisión está considerada como una de las más inhumanas del mundo. Tal vez por el clima. A -30° en invierno, con todos los cuartos en dirección al mar y sólo con una frazada de esas de tigre. Pero a 40° en verano, con un calor sofocante por la falta de ventilación. Dicen que las causas de muerte más frecuentes eran el frío, luego el calor, y luego las torturas.

Bueno, se puede entrar y pasar por el patio de la prisión, pero no entrar a los cuartos. Igual da miedo. 









Y seguí caminando. Después de pensar jugarme la deportación y fracasar mi intento de treparme ilegalmente.
Cerca a Patarei hay un museo naval, varios barcos y un astillero. Había un par de guardias, rejas, avisos que dicen SULETUD. Ya sabía que "avatud" era abierto, así que supuse que suletud sería "cerrado". Pero como no hablo estonio, puede ser mi excusa por si alguien me agarra adentro no?
Y logré un par de fotos ilegales.






De ahí me fui a un centro comercial que está a 1.5 kilómetros. Moría de hambre, así que pedí una hamburguesa doble con queso a 3.3 euros. Estaba tan rica que decidí pedir otra. Le dije a la chica, pero cambié de opinión y pedí 2 hamburguesas simples con queso. Me salía más barato. La chica no me entiende y me da dos dobles. Comí hasta casi vomitar. Y juré nunca más comer hamburguesa. No me duró mucho. Al día siguiente pedí otra, y ahora que escribo ésto, quiero salir a buscar una hamburguesa. Son casi las 2am. No puedo.
Después de caminar exactamente 9 horas, volví a casa. Tenía que dormir temprano porque al día siguiente mi barco salía a las 7:30am, pero las puertas cerraban a las 7.
Mochila lista, ropa lista, cámara lista. Eran las 3am y no podía dormir. Y tenía que despertar a las 5.45 para alistarme en 15 y caminar en 30.

Día 21: 18 de enero de 2018

Fue horrible despertarse tan temprano, cuando aún no había sol y sólo había dormido 5 horas en los últimos 3 días... Pero mi bus salía a las 10am, así que tendría que estar ahí a las 9.30am. Para estar ahí 9.30am tenía que salir caminando con maleta y todo a las 8.30. O tomar un taxi por 3 euros y llegar en 5. Decidí tomar taxi. Llegué a tiempo, me compré un sanguchito y un jugo y me senté. El bus salió 9.55 y no había nadie a mi lado.

Comentarios

Unknown dijo…
Todo se ve tan frío y solitario, no hay gente en las calles?

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