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🇱🇻 RIGA, LETONIA: Hace tiempo no comía harta carne en un plato.

Día 21: 18 de enero de 2018

Llegué a Riga. Primer viaje entre ciudades que no pierdo. Encontré un hotel cerca a la estación. Sólo tuve que caminar unos 10 minutos. Pero el hotel era en el cuarto piso. Y llegar hasta ahí con mi mochila de 17 kilos y la bendita maleta de 25 fue un horror. No dormí muy bien, y ya eran las 3pm. Quería echarme a dormir un rato.

El hospedaje es manejado por un grupo de hindús. O tal vez eran hermanos, aunque sea racista de mi parte decirlo. Había leído que la chica era la más amigable y tenían razón. Muy amable. Fue la única que me preguntaba cómo me había ido durante el día o qué planeaba hacer cada que salía. La única que hace eso es mi mamá. Insertar lágrima.

Bueno, llegué y salí a dar una vuelta. Había visto un centro comercial en el camino, pero no llegué. Ya había oscurecido, estaba cansado de arrastrar mis trastes por las calles llenas de nieve, dormir mal la noche anterior y un viaje nada agradable. Decidí quedarme en el hotel, ver un par de cosas en la compu y dormir temprano para poder salir temprano mañana. En el hotel había un señor bastante desagradable. Tenía unos 45 años y resultó ser de Irán, o de Irák. No recuerdo. Se quedaba todo el día y la noche sentado en el sillón, con el celular a 3 centímetros de sus ojos, comía con la boca abierta y hacía tanto ruido que ni con audífonos podía ignorarlo.

Día 22: 19 de enero de 2018

Me equivoqué. No salí temprano al día siguiente. Bueno, el sol sólo llevaba un par de horas afuera, pero eso en este hemisferio significa medio día. Había hecho mi tarea y marcado en el mapa del celular una estrella para cada lugar interesante que debía visitar y un corazón para cada lugar con comida barata por el que podría pasar.

Primerito fui al primer corazoncito que encontré. El restaurante se llama Lido, y sirve comida para elegir, así como los de Tottus o Metro. Pero comida ficha y elegantona. Nada de lentejas, arroz chaufa o el horripilante olluco. Acá tenían lomo en salsa primermundista, pollo frito en hierbas renacentistas y salmón orgánico con papas exsoviéticas. No sé leer latvio, así que los nombres pueden estar equivocados. Pero elegí el lomo y el pollo, claro. Los platos de ensaladas también parecían caros, pero no me apetecía salpicón de podadora. Fue un plato nada envidiable por 9 euros. Parece caro, pero estuvo buenísimo.
Mi comidita.
Y luego salí a caminar. La temperatura estaba al ya acostumbrado -8°C, pero ya me había comprado guantes y gorro en Tallinn, así que no morí. Caminé, tomé fotos. Me causaron mucho interés todos éstos monumentos a la libertad, museos de las diferentes ocupaciones. Resulta que latvios son independientes hace menos de 30 años. Foto aquí, foto allá.
Alguien importante.

Monumento a la Libertad

Monumento a la libertad

The Swedish Gate, o La Puerta Sueca. El verdugo del pueblo vivía en el departamento encima del túnel. Cuando le confiaban, en secreto, que habría alguna ejecución, él ponía una rosa roja en la ventana. Acostumbró a la gente a pasar por ahí con emoción. Los pavloveó a todos.

The Three Brothers. Tres casas cada una de un siglo. De derecha a izquierda, son de los siglos XV, XVI y XVII.

Río Daugava.

Catedral de Riga. Efecto logrado por el empañamiento del lente de mi cámara.

Órgano de la Catedral.

Yo, ilegalmente paseando entre ruinas de los siglos XII y XIII.

Iglesia de San Pedro.

Tiendita.

House of the Blackheads. Era una red de comerciantes alemanes desde el siglo XVI. Fue bombardeada por tropas nazis en 1941 y demolida hasta el piso por los soviéticos en 1948. Se reconstruyó en 1995 según los diseños originales.

Monumento al primer árbol de navidad en la historia.

Restaurantito.

Yo pensé que la gente estaba loca. Resulta que era 19 de enero y la gente celebra día del Bautismo de Jesús. 

Aún estaba satisfecho por el lomo y pollo, así que me compré un heladito de postre y me fui a descansar. Ya eran las 7pm y tenía que editar mis fotos. Y ver algo de Photoshop. Me llegó un aviso de que me cortarían el servicio porque estaban cobrándome a una tarjeta que ya no existe. Tendría tiempo de arreglarlo.

Tenía que ver pasajes. Ya me había comprado el siguinte, de Vilnius a Minsk. Estaba en Riga sólo hasta el 21, y luego iría a Vilnius por 3 días, y el 24 iría a Minsk. Ya tenía los pasajes comprados, ahora faltaba ver los hospedajes. Estaba en plena vaina y el señor desagradable se paró y se puso a ver mi computadora. Tuvimos una corta pero muy importante conversación:

- Oh, so going to Belarus? Oh, tú vas Bielorrusia?
- Yes.
- It be a beautiful country. Ser un país hermoso.
- It'd better be. Más le vale.
- You have visa? Tú tener visa?
- I don't need a visa. It's Schengen territory. No necesito visa, es territorio Schengen.
- It not be Schengen. No ser Schengen.
- Fuck! No digas!

Y bueno, nos pasamos los siguientes minutos averiguando qué necesitaba exactamente. Y tuve que replantear todo mi viaje. Minsk, la capital de Bielorrusia, es uno de los países más a la izquierda de Europa, y tenía que desviarme un poco de la ruta que quería hacer, así que no me costó mucho tomar la decisión de eliminarla del plan. Y mi pasaje ya comprado? Felizmente ofrecían devolución del 80% del pasaje. De los 11.10 euros, me devolvieron 8.80. No está mal.

Así que después de Vilnius, capital de Lituania, tendría que bajar un poco más a Varsovia, capital de Polonia. Chevere. Pero la emoción no paró ahí. Después de Varsovia, venía Cracovia. Fue la capital de Polonia y tiene más cosas bonitas que Varsovia. Así que sólo le dí dos noches a Varsovia y tres a Cracovia. Reservé los hospedajes correspondientes. Me aseguré de no necesitar visa en ese y los siguientes países planeados. También aproveché para aplicar a un par de trabajos, de esos por probar a ver qué pasa, tanto en Riga como en las siguientes ciudades que visitaría. Perfecto. Otra vez se hicieron las 5am y no dormí temprano.

Día 23: 20 de enero de 2018

Técnicamente ya vi todo lo que hay para ver en Riga. Cada monumento y lugar interesante en el mapa. Anoche me quedé despierto hasta las 5am. No tenía nada que ver con la diferencia de horario. Tiene que ver con que a las 11pm, cuando ya debía dormir y empezaba a sentir sueño, se me da por ver películas o encuentro algo interesante para leer. O pasármela preocupado por los horarios, buses, trenes, hospedajes, visas, maleta, etc...

Desperté a las 2pm. Decidí salir, pero a qué? Ya había tomado fotos de todo, tenía la evidencia. El clima estaba no sólo más frío, sino que más nublado, más oscuro y con algo de nieve. Es incómodo salir a pasear así porque no puedo tomar fotos de nada sin que la cámara se moje un poco y las fotos no salen bien. Así que decidí quedarme, seguir planeando mi viaje, ver los siguientes pasajes, hoteles y eso. Y terminar el bendito blog de Tallinn.

Sólo salí a comprar algo para comer. Mis pancitos con jamón y queso más 2 litros de té con limón son lo máximo. Podría vivir de ésto. Y palta. Extraño la palta. A veces encuentro en los mercados, pero está muy dura. Y no pienso viajar con una palta por 3 o 4 días. Y volví al hotel a seguir planeando mi viaje.

En el cuarto de al lado se está quedando un grupo de chicos y chicas. Unos 8, probablemente. Vinieron haciendo bulla con una botella de vino que no podían abrir. La chica del hotel no tenía sacacorchos, y luego de un par de minutos de expectativa mía por ver cuál era su solución, me ofrecí a ayudarlas. Luego de estratégicamente empujar el corcho con cuidado y vertir un poco en un vaso para que entre aire y el corcho quede flotando, una de las chicas me ofreció lo poquito que había en el vaso. Se lo acepté, pero quedó en la obligación de ofrecerle lo mismo al señor desagradable y a otra chica que estaba ahí y la hindú. Pobres chicas se quedaron con media botella para los 8.

Más fue la bulla que hicieron hasta las 3am y no salieron nunca. Yo me fui a acostar tarde otra vez, pero ya terminé mi blog de Tallinn! Mañana saldría a las 12, así que tenía tiempo de alistar mis cosas al día siguiente y salir 11.15 para, con la maleta y todo, llegar a tiempo a la estación.

Día 24: 21 de enero de 2018

Lo malo de estos hospedajes es que todos son tan respetuosos que nadie hace ruido. Nunca. Entonces si uno no pone su alarma, puede dormir hasta medio día. Así que se ha vuelto más pesadilla despertar con alarma que sin ella.

Desperté, me alisté y salí a las 11.20. Más tarde de lo esperado, pero la estación estaba cerca. Llegué a las 11.30 y me senté a jugar en cel porque el bus aún no había llegado. Y ya. Chau Riga. No hubo nada que me haga decir wow.

Comentarios

Unknown dijo…
Creo q los kilómetros que te separan de tu terruño no han hecho q dejes atrás tu hábito de dormir tarde y despertar muy tarde.
Me gustaría leer x ahí que un día planeaste salir en la mañana y oh milagro, despertaste a tiempo. Ya esta, lo dije!

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