En verdad, Tübingen es el nombre en alemán. En castellano se llama Tubinga. Pero ése nombre no suena nada bien. Tengo alumnos malogrados que leen mi blog y de hecho van a molestar...
Pero bueno...
En toda esta travesía he conocido a muchas personas, algunas más buenagente que otras. Aunque generalmente las que me caen bien son las que pueden soportar mi humor negro y mi sarcasmo. Al final de cuentas creo que éso es lo que me unió a la gente con la que compartí 5 años de mi vida en el San José.
Así que aprovecharé estas cortas líneas para agradecer a esos amigos del ex-trabajo, que se aguantaron las ganas de matarme cuando les di motivos para hacerlo. Gracias Kathy y Gaby, porque aunque las odié un poquito al principio, resulta que ahora somos amigos. ¿Quién lo diría no? Y sigo esperando a esa bendita fecha en que escaipiemos pero se hacen las locas... También a Malú, Fede y Juan, que me escriben de vez en cuando, a ver si aún sigo vivo. Y claro, a mis padres y a mis tres hermanos.
También un saludo a mi amiga Jenny, sin quien esta estadía larga de más de 2 semanas en Tübingen no habría sido fácil. La verdad, no habría ocurrido en absoluto. Yo ya había estado en Alemania, y el plan era pasarme de República Checa a Austria, lo cual habría hecho mi viaje mucho más rápido, más barato y más conveniente. Pero después de Alemania tuve que pasar por Italia, país que ya había visitado... Así que... Gracias, ah. Eres lo máximo. Por suerte ella traduce ésto, así que espero que Google translator no funcione con sarcasmo. Pero, fuera de bromas, conocí a mucha gente linda en Tübingen (todos amigos o familia de Jenny), pude descansar de un mes y medio de travesía con maleta y todo, y pude avanzar un poco con mi blog. Igual estoy atrasado.
Y también un saludo a mi amigo ex-coordinador Jorge. De él aprendí que se puede llegar a cualquier puesto en cualquier trabajo sin haberse preparado en lo más mínimo ni dominar para nada el tema. Sólo hay que esperar 10 años y luego aparentar ser el sabiondo. Si estos jorges en la vida pueden ser algo, todos tenemos oportunidad de ser mucho más donde sea.
Y bueno, no hay nada más que decir. En verdad hay mucho que decir, pero estoy tan atrasado en las publicaciones de mis blogs que decidí escribir rápido y sin detalle del día a día.
Éstas son mis experiencias a sobresaltar en Tübingen...
- Cuando recién llegué, Jenny me llevó a una fiesta de unos amigos. Cuando le pregunté qué podríamos llevar, me dijo que vino. Y al preguntarle cuál le gustaba más, si el tinto o el blanco o de qué marca, me dijo "ése, el que está 1 euro es el más barato".
- A pesar de estar en Alemania, el vino resultó más barato que la cerveza. En dos semanas tomé uno o dos vinos, versus 15 cervezas.
- Jenny vivía en la cima de una montaña, de ésas en las que los antiguos habrían puesto una fortaleza para cuidar la ciudad... así que cada salida era una buena caminata.
- La amabilidad de la gente puede no tener límites. Como cuando Jenny me dijo que podía dejar mi ropa de exceso en su casa, para viajar más ligero. Aún no dejo de estar agradecido. Pero cuando alguien te diga "lleva ese abrigo y esa casaca y 8 pares de pantalones y todo lo que puedas porque se te ve bien"... piénsalo dos veces.
Ahora sí, las fotos...
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