Padova está a la izquierda de Venecia, y aunque mi ruta debía llevarme a la derecha, camino a Eslovenia, ya le había dicho a mi amiga Rosie que la visitaría siquiera un día.
Rosie y yo nos conocimos en el 2013, cuando ella fue profesora de inglés voluntaria en el colegio donde yo trabajaba. Nos llevamos bien desde el primer momento. Resulta que ella vivía cerquísima a mi casa, así que íbamos los tres (con mi madre) salíamos juntos todas las mañanas. No pasó ni dos semanas para que mi mamá la invitar a pasar un fin de semana con nosotros y otros amigos y familia en una estancia en Cuzco, con lago, nieve, granizo, altura, frío descomunal y el pisco necesario para soportarlo. Antes de volver a Inglaterra me regaló el polo de voluntaria de las Olimpiadas de Londres 2012. Así es como se hace feliz a un ex-deportista que cada cuatro años pide permiso del trabajo y se la pasa despierto a 2 televisores para ver cada cosita...
Bueno, Ahora Rosie vive en Padova. Sólo pasé dos noches en su casa. Llegué una noche y sólo nos alcanzó el tiempo para tomar un par de cervezas y conocer a su enamorado y una amiga. Al día siguiente me la pasé caminando todo el día. Unas 8 horas y casi 15 kilómetros.
Y Padova tiene una de las catedrales más antiguas del mundo. Esta belleza fue construida en el año 310. Creo que se destruyó en un terremoto en el 1110 o algo así, pero partes de la catedral original han sobrevivido. La catedral estaba cerrada y ya era tarde, pero es lo bueno de mochilear solo. Uno puede escabullirse en silencio y nadie lo ve. Aunque corre el riesgo de ser encerrado.
En la noche volví a encontrarme con Martina, una amiga que conocí en EEUU en el 2005 y con quien me había visto en Venecia un par de veces. No nos veíamos hace 13 años y quién sabe si tal vez volvieran a pasar 13 años para vernos nuevamente.
Mi segunda noche me despedí antes de acostarme, porque al día siguiente mi bus salía a las 7.30 am, así que tendría que salir de la casa a las 6.15 para llegar a tiempo. Es lo malo de viajar de mochilero. Uno tiene que tomar el bus más barato, y casi siempre es a las peores horas.
Rosita en el 2013, con medio cactus en la pierna |
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